Esta solución se encuentra muy difundida en los espacios públicos, pero poco a poco va ganando su lugar en las viviendas particulares. Hablamos de las griferías que funcionan mediante sensor de infrarrojos, provocando que el agua caiga en el momento en el que se colocan las manos debajo del grifo, dejando de caer cuando las manos se apartan.
Sin dudas, el ahorro de agua que se consigue con estos sistemas justifica su instalación en cocinas y baños, más aún teniendo en cuenta que con el tiempo han ganado versatilidad en términos de diseño. También se pueden emplear métodos híbridos, que permiten su utilización tanto en modo manual como automático.
El funcionamiento de las griferías electrónicas permite administrar el caudal de agua y también la temperatura, de acuerdo a la modalidad de uso.
Habitualmente se ofrecen dos tecnologías diferentes: monomando o progresivo. En el caso del monomando es posible regular la temperatura y el caudal de agua, mientras que la variante progresiva ofrece una palanca para regular la temperatura, pero en este caso con un flujo de agua permanente.
El modo automático de estas griferías electrónicas incluye dos tipos de alimentación energética: a pilas, con una instalación más sencilla, o eléctrica. Cuando existe un problema en la alimentación energética, la grifería puede emplearse en modo manual.
Sin embargo, existe una tercera opción que algunas empresas ya están desarrollando.
Se trata de un pequeño generador que se instala en la llave de paso del grifo, que a través de la presión del agua logra generar electricidad, la cual posteriormente es almacenada en una batería recargable. Precisamente esta batería es la que suministra la electricidad necesaria para el funcionamiento de los dispositivos electrónicos.
Imagen: decoesfera.com
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